Maria Passer: edificios de la era soviética disfrazados de nieve

En el extremo norte de Rusia, más allá del Círculo Polar Ártico, se encuentra Vorkuta, una ciudad minera que, tras décadas de esplendor, enfrenta el abandono y la desolación. Este lugar, con temperaturas que en invierno pueden alcanzar los -50 °C, se ha convertido en un destino insólito para quienes buscan explorar su historia y su particular estética. La fotógrafa Maria Passer, oriunda de Moscú, es una de ellas.
Vorkuta surgió en los años 30 como un campo de trabajo forzado bajo el régimen de Stalin, donde los prisioneros eran obligados a extraer carbón en condiciones extremas. Con el auge de la minería en la Unión Soviética, esta región se convirtió en un motor económico, atrayendo a miles de trabajadores de todo el país. Se construyeron pueblos y ciudades alrededor de las minas, que prosperaron hasta el colapso de la URSS en 1991. Desde entonces, la mayoría de las minas cerraron, dejando a los residentes sin empleo ni opciones para mantenerse.
Hoy, muchos habitantes han emigrado, dejando atrás edificios soviéticos que sucumben al hielo y la nieve cada invierno. Este es el escenario que fascinó a Passer, una fotógrafa apasionada por la exploración urbana, quien viajó dos días en tren desde Moscú para capturar la peculiar belleza de esta ciudad congelada en el tiempo.
“Vorkuta tiene una historia triste, pero su estética es innegablemente hermosa e incluso inspiradora”, comparte Passer. Sus imágenes muestran salones, oficinas y dormitorios recubiertos de hielo, testigos silenciosos del paso del tiempo. Inspirada por un amigo fotógrafo, Passer decidió adentrarse en los pueblos cercanos, armada con un dron y su equipo, para documentar los contrastes de este rincón ártico.
El éxodo masivo de habitantes es una realidad. Desde los años 90, más de un millón de personas han abandonado la zona ártica de Rusia, mientras quienes permanecen enfrentan la imposibilidad de vender sus viviendas debido a su bajo valor en un mercado inmobiliario prácticamente inexistente.
A pesar de la melancolía que envuelve estos paisajes, Passer encuentra una extraña belleza en los edificios congelados, símbolos de un pasado glorioso que hoy lucha contra el olvido. Para ella, estas imágenes no solo documentan el abandono, sino también la resiliencia de quienes alguna vez habitaron esta región extrema.
Vorkuta, con su frío implacable y su historia marcada por la adversidad, ofrece una lección sobre la transformación, el paso del tiempo y la capacidad del ser humano para adaptarse. Las fotografías de Passer no solo invitan a reflexionar sobre la fragilidad de las comunidades humanas, sino también sobre la belleza que puede surgir en los lugares más inhóspitos del mundo.
